2 de marzo de 2024
Si te perdiste la reflexión de ayer, puedes leerla como preparación para la de hoy sobre Jesús como un maestro narrador. Pero no es necesario, porque sus historias son sencillas, claras, realistas y trascendentales, y a menudo exageradas. Imaginemos un brillo en sus ojos mientras las contaba a la gente sentada embelesada ante él. Puede que no fuera cómico, pero es difícil imaginarle tan solemne en persona como se le ha llegado a ver.
Su mensaje, el tema que recorre toda su enseñanza y personifica su vida y su personalidad, podría resumirse como el "reino de los cielos". No está exclusivamente dentro o fuera de nosotros, no es un lugar o una recompensa. Es lo que es y muchas parábolas diferentes y la historia de su vida -nacimiento, muerte y resurrección- lo describen. ¿Por qué no tomar estas dos como un ejercicio de escucha del narrador? El Reino de los Cielos es como un hombre que encontró un tesoro enterrado en un campo. Lo volvió a enterrar y, por pura alegría, fue y vendió todo lo que tenía. Luego dijo, El reino de los cielos es como un mercader que busca perlas finas. Cuando encontró una de inmenso valor, vendió todo lo que tenía y la compró. Tienen mucho en común: encontrar, vender todo, comprar. Son cosas que podemos entender de la vida ordinaria, aunque el "todo" sea un poco exagerado. ¿Están diciendo exactamente lo mismo? Más o menos. Pero desde perspectivas muy diferentes. ¿Cuál es la diferencia? Atención, se avecina el destripe (o un tipo de destripe). Para resolverlo, pregúntese sobre la primera parábola y el hombre afortunado que encontró el tesoro: imagine cómo lo encontró; ¿por qué lo volvió a enterrar?; ¿qué le hizo estar tan alegre como para venderlo todo?; ¿qué significa comprar? Las mismas preguntas sobre el mercader. ¿Hay alguna razón por la que no se diga que el mercader estaba "alegre"? Les dejo las preguntas. Excepto una, ¿cuál es la gran diferencia de perspectiva en estas descripciones de la experiencia del reino? Parece que en la primera parábola el hombre encontró el tesoro por casualidad, como ocurre todavía hoy, por ejemplo, cuando los campesinos desentierran un tesoro enterrado por los merodeadores siglos atrás. Pero en la siguiente parábola, parecida en muchos aspectos, la gran diferencia es que el hallazgo de la perla forma parte del trabajo diario y de la rutina del mercader. El hallazgo de la perla puede seguir siendo una alegre sorpresa, pero es semejante a la experiencia del primero. Sin embargo, ambos pueden sentirse inmensamente agradecidos y sentirlo como obra de la gracia. Aplíquen esto a la experiencia contemplativa: el trabajo rutinario de la meditación diaria por la mañana y por la noche y el ser tomado por pura sorpresa. Karl Rahner, que pensaba que el único cristiano verdadero del futuro sería un místico, describió lo místico de una manera que incluye a la gente corriente en la vida cotidiana, en el azar y la rutina diaria: "la experiencia genuina de Dios que emerge desde el mismo corazón de nuestra existencia". Espero que esta parábola dos en uno te ayude a ver tu día de hoy como una parábola que te abre al Reino. Laurence Freeman, OSB.