Reflexiones de Cuaresma 2022
Hace poco fui a hacerme una prueba ocular y me dieron una nueva receta. Esperé a que me llegaran las nuevas gafas y me sorprendió comprobar lo diferentes y potentes que eran las nuevas lentes. Básicamente, veía doble y trataba de corregir mi visión por voluntad propia. Pensé que era debido a que mi cerebro no se adaptaba. Confiaba más en el médico que en mis propios ojos.
Al final surgió la razón: el médico había olvidado hacer un biselado en las lentes que necesitaba para ver bien. Sin eso, vivía en un mundo de dualismo. Cuando llegaron las gafas corregidas, mi visión se puso en sintonía con la conciencia unificada que intento vivir. Claridad y unidad de visión: tenemos tres ojos, cuerpo, mente y corazón.
El dominio de la ciencia materialista ha tenido muchas consecuencias en la forma de ver e interpretar las cosas. Pretende la “objetividad” -es decir, la exclusión del factor subjetivo-, pero esto es incomprobable e irrealizable en sus propios términos. También crea una realidad impersonal y falsamente centrada en el ego que está detrás de muchos usos inhumanos de la tecnología: bombardeos en Mariupol, bombardeos sobre objetivos civiles o uso de armas químicas, entre otros. La ciencia materialista, aplicada fanáticamente, no respeta la verdad a la que sirve la verdadera ciencia porque niega la sabiduría y la ciencia del amor.
El materialismo es miope y siempre verá doble. Por ejemplo, niega el efecto perturbador del observador en cualquier experimento. No ve su propia sombra. Y rechaza las pruebas de un nivel superior de conciencia -la mente y el espíritu- que existe distinto del cerebro. Hoy en día, muchos científicos brillantes ven la duplicidad del materialismo, pero el dualismo sigue arraigado en la ciencia dominante, a pesar de todos los descubrimientos de la física cuántica.
En el cristianismo occidental, la ciencia materialista dividía la religión y la ciencia. Pero, a diferencia de la Iglesia en la era moderna, el sufismo nunca tuvo problemas para aclamar los nuevos descubrimientos de la ciencia. Consideraba que la ciencia exploraba la inmensa diversidad que Dios había creado para manifestar Su singularidad. Los místicos de todas las tradiciones entienden que la ciencia, practicada contemplativamente como debe ser, y como explica nuestro Marco Schloremmer, es otro medio para amar y comprender mejor a Dios.
Mientras observamos cómo la tecnología está sembrando la muerte y la miseria en Ucrania cada día, no hay lección más clara de cómo podemos estar presos de una doble visión. Y muestra la necesidad de restaurar el biselado de la contemplación que necesitamos para ver uno y ver con claridad.