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Un paisaje

Aviso: “Después de 28 años, Carla Cooper dejará de seleccionar las Lecturas Semanales para la WCCM. Estamos muy agradecidos por su servicio, que ha nutrido a tantos meditadores durante todos estos años. Damos la bienvenida a voluntarios para continuar la tradición, y hasta que alguien se presente, reciclaremos lecturas de nuestro amplio archivo.”Un extracto de Laurence Freeman OSB en ASPECTOS DEL AMOR: On Retreat with Laurence Freeman (Londres: Medio Media, 1997), pp. 54-55.

Podemos aprender a ver la realidad. El mero hecho de verla y vivir con ella es curativo. Nos lleva a un nuevo tipo de espontaneidad, la espontaneidad de un niño que aprecia la frescura de la vida, lo directo de la experiencia. Debemos recuperar esta espontaneidad para entrar en el Reino. Es la espontaneidad de la verdadera moral, de hacer lo correcto con naturalidad, de no vivir según los libros de reglas, sino según la única moral, la moral del amor. La experiencia del amor nos da una capacidad renovada para vivir nuestra vida con menos esfuerzo. Se convierte en una lucha menor, menos competitiva, menos adquisitiva, ya que nos abre a lo que todos hemos vislumbrado de alguna manera en algún momento a través del amor: que nuestra naturaleza esencial es alegre. En el fondo somos seres alegres. Si aprendemos a saborear los dones de la vida y a ver lo que la vida es en realidad, estaremos mejor preparados para aceptar sus tribulaciones y sus sufrimientos. Esto es lo que aprendemos suavemente, poco a poco, día a día, mientras meditamos.

La meditación nos hace comprender la maravilla de lo ordinario. Nos volvemos menos adictos a la búsqueda de estímulos, emociones, diversiones o distracciones extraordinarias. Empezamos a descubrir en lo más ordinario de la vida diaria que esta radiación de amor de fondo, el poder siempre presente de Dios, está en todas partes y siempre.

Selección: Carla Cooper

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