Me gustaría empezar con el libro de John Main Meditación Cristiana - Las charlas de Getsemaní. En él John Main narra cómo descubrió la práctica simple de la meditación, cuando estaba sirviendo en el Servicio Colonial Británico en Malaya (ahora Malasia) desde 1954 en adelante. En el curso de su trabajo se encontró allí con un monje hindú, Swami Satyananda, que dirigía un ashram y una escuela de huérfanos y quedó impresionado por su tranquilidad y serena sabiduría.
Una vez concluida la parte comercial de la reunión, empezaron a hablar de religión y de cómo cada uno de ellos oraba. Para el Swami esto era meditación, pero la única meditación con la que John Main estaba familiarizado hasta entonces era la forma ignaciana de meditación, una forma discursiva de oración, que implica usar todos los sentidos y la imaginación para visualizar un incidente particular de las Escrituras.
El Swami explicó que su forma de meditar era bastante diferente: La meditación es muy simple... todo lo que tienes que hacer es meditar.... Debes estar quieto. Y debes concentrarte. En nuestra tradición conocemos una forma de llegar a esa quietud, a esa concentración. Usamos una palabra que llamamos mantra. Para meditar, lo que debes hacer es elegir esta palabra y luego repetirla, fielmente, con amor y continuamente. Eso es todo lo que hay en la meditación. Realmente no tengo nada más que decirte. Y ahora vamos a meditar. El Swami explicó que a diferencia de la meditación ignaciana a la que John Main estaba acostumbrado no debe haber ningún pensamiento en tu mente, ninguna palabra, ni ninguna imaginación. El único sonido será el sonido de tu mantra.
El Swami continuó diciendo que la resonancia de ese sonido llevaría a la integración de todo nuestro ser y al descubrimiento de la profunda unidad que poseemos con todas las criaturas, con la totalidad de la Creación y con Dios. En sus palabras, la meditación llevaría en última instancia a una conciencia del Espíritu del universo que habita en nuestros corazones. Ese dicho resonó con John Main, ya que él también como cristiano creía esencialmente lo mismo: el Espíritu amoroso de Cristo habita en nuestro corazón. Debido a que John Main era católico, el Swami le ayudó a elegir un mantra cristiano, porque la esencia era profundizar en la propia fe. Cuán cierto era esto, podemos ver por el hecho de que cinco años más tarde se convirtió en monje al unirse a una abadía benedictina en Ealing.
He conocido gente a lo largo de los años, que han visto esta introducción de John Main a la meditación en Malasia como prueba de que había importado esta forma de oración de Oriente y por lo tanto se basaba en el Advaita hindú, la no-dualidad, y por lo tanto para ellos no era auténticamente cristiana.
Pero eso es un malentendido – la esencia de su reunión fue la práctica real de la meditación, no la discusión de las creencias de la fe hindú –.
Además, esta forma de oración es universal; encontramos esta disciplina en todas las principales religiones y tradiciones de sabiduría. No depende de la creencia y el dogma, sino de la experiencia práctica. Sólo muchos años después, en 1970, John Main descubrió esta forma de oración en la tradición cristiana en los escritos de Juan Casiano, como veremos la próxima semana.
Kim Nataraja