Reflexiones de Cuaresma 2022
Crux est mundi medicina: la cruz es la medicina del mundo.
El león ruge en un árbol vacío.
San Buenaventura y el koan budista se integran en el Sábado Santo.
Hoy es una vasta llanura de silencio: un rugido de silencio cuyo eco nos lleva al árbol vacío de la Cruz después de que el cuerpo de Jesús haya sido bajado y depositado en el sepulcro. Si, como María Magdalena, buscamos el cuerpo, la prueba física de la persona que una vez conocimos, nos decepcionaremos. Lloraremos las lágrimas del vacío. Estaremos atrapados en el pasado, con un Jesús que ya no podemos conocer. Pero si esperamos, nuestras lágrimas se vuelven risas y el canto del vacío revela la presencia en la ausencia, la plenitud en el vacío. Cuanto más nos adentremos en el silencio del vacío, mejor escucharemos dónde comienza el rugido.
El espacio no es un vacío. Es un ‘plenum’, una plenitud. En la oración espaciosa, en la que no la llenamos de deseos, tenemos un anticipo del pleroma, de la plenitud de Cristo. Cuanto más profundizamos, más vemos que todos los intentos que hacemos para cambiar la realidad sirven en primer lugar para cambiarnos a nosotros y a toda nuestra visión de la realidad.
Veremos que sólo existe una totalidad indivisa en flujo y crecimiento continuos y que somos inseparables de ella. La ilusión de que estamos separados de ella, incluso como observadores objetivos, muere en la cruz.
El poder sanador de la Cruz no puede expresarse en términos de un balance espiritual. Donde la libertad total y la gracia están en acción, no hay deuda que pagar ni hoja de cálculo que ajustar. Pero la Cruz, en la que murió el prójimo universal, el hermano, el maestro, todavía nos pide cuentas cuando traicionamos a nuestro prójimo.
El gobierno del Reino Unido anunció el Viernes Santo que los refugiados que, desesperados, se arriesgan a cruzar el Canal de la Mancha en pequeños botes para pedir refugio pronto serán enviados a Ruanda, en el medio de África, a 6000 millas de distancia. “Cuando yo era un extraño me invitaste a entrar…”
El silencio del Sábado Santo, sin embargo, no tiene que ver con juicios o respuestas. Pero el misticismo de la Cruz expone nuestras propias complicidades en la crucifixión de los inocentes.
El único poder en el que podemos confiar absolutamente es el poder del que se humilló absolutamente. Recordad la muerte de Cristo para entrar en esta humildad porque el mensaje de la Cruz es la fuerza del amor puro que surge del desinterés total. Sólo el amor tiene el poder de redimir y el amor absoluto redime absolutamente.