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La verdad nos hace libres para amar

Un extracto de Laurence Freeman OSB “Dearest Friends” en WCCM Newsletter, enero 2020 en wccm.org, página 5.

Lo que solemos llamar amor puede ser el ansia hambrienta de nuestra soledad de consuelo y posesión. Cuando se ve defraudado -por quienquiera que sea la persona sobre la que lo proyectamos- nuestro “amor” egocéntrico puede convertirse rápidamente en ira y desesperación. Para superar este ciclo, necesitamos la ascesis, la disciplina personal de ejercitar nuestra capacidad de atención. Con el tiempo, esta capacidad se convierte en amor transformador del ego. Prestar atención a lo real, no a nuestra versión ilusoria de la realidad, ilustra por qué la verdad nos hace libres, tanto para amar como para ser amados.

La conexión entre la meditación (la ascesis esencial de la vida cristiana) y el amor (la fuente y la meta de la sabiduría) es como una cuerda que descorre una cortina en una habitación a oscuras y permite que inunde la luz divinizadora de una nueva santidad. La nueva santidad para nuestro tiempo es el reconocimiento de Dios en todas las condiciones de nuestra época, sin nostalgia y en sintonía con todo lo que hemos aprendido sobre la naturaleza humana y las leyes del universo. Es una santidad universal, no parroquial. No depende de la aprobación humana, sino del reconocimiento mutuo que se produce entre nosotros y Dios en el estado contemplativo. Su fruto es el ecumenismo de todos los credos. Basándonos en el patrón de la historia, podemos adivinar que la renovación de la vida cristiana se alcanzará cuando una masa crítica de discípulos haya aprendido a navegar por la tormenta perfecta de nuestra crisis actual.

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