Hace algunos años acostumbraba a sostener discusiones interesantes con un monje Budista de mí misma edad sobre la forma en que las ideas fundamentales encontradas en nuestras tradiciones respectivas convergían o se apartabam- o ambas. Originalmente pensé que la idea del amor y de metta serían convergentes. No es así.
Metta es una de las “cuatro inmensurables” del Budismo. Describe una bondad amorosa desinteresada, compañerismo, y benevolencia. Esta fuertemente ligada con otro de los inmensurables, karuma, la cual generalmente se traduce como compasión. Para los Budistas el contraste entre ambas es muy sutil. Solo tengo una página, así que no voy a entrar en el detalle de las discusiones que tenía con mi monje compañero. Lo que me sorprendió era la vehemencia con la cual rechazaba que la idea cristiana de amor fuera equivalente a metta. Para él, el amor significaba una forma de apego, con todas las seducciones, trampas, y trucos del eros: control, posesividad, y, tristemente, el inevitable prospecto de un mayor y más profundo sufrimiento. Es posible que hayan conocido gente que dice que “nunca se volverán a enamorar” como la canción popular de los años sesenta proclamaba. Al menos hasta se volvieran a enamorar.
Podía entender su punto de vista, y también hablamos de los otros significados de amor en el pensamiento Cristiano. Sin embargo, él nunca pudo aceptar que amor pudiera ser una traducción de metta porque tenía demasiado eros involucrado. Eros, por supuesto, no es malo: Al menos el Papa Benedicto XVI no pensaba así en la primera encíclica sobre el tema de 1 Juan 4:16 (“quienquiera que ama vive en Dios y Dios vive en él”). El Papa argumentó sobre la necesidad de integrar el eros en la definición de “Dios es amor”. Nietzcshe por supuesto dijo que la Cristiandad encontró eros como un dios y lo convirtió en un demonio. Él tenía también un punto.
Tal vez uno de los más grandes retos que confronta la Cristiandad hoy en día es llegar al entendimiento sobre el amor directo- esto incluye la comprensión del porque la penalidad de muerte decretada por el parlamento Cristiano a quien exprese el amor homosexual es completamente contraria al Cristianismo. Esta tarea involucra mucha reflexión, pero la reflexión también demanda mucha contemplación. Solo en la contemplación podemos sentir el significado pleno de “Dios es amor”, probarlo y experimentado. En el estado mental contemplativo, descubrimos que todos somos amados y que es el descubrimiento de nuestra fuente nuestro verdadero ser y el misterio mismo del ser. Es penosamente poco sentimental y explosivamente liberador.
Mi hermano monástico, quien después se enamoró y se casó, me ayudó a entender como deberíamos usar la palabra amor. Al mismo tiempo la ambigüedad entre el amor de la canción popular y El Cantar de los Cantares y la primera carta de San Juan es también muy potente. Nos permite obtener un conocimiento sobre las situaciones humanas más dolorosas, especialmente en los juzgados de divorcio y los juicios de asesinatos, cuando aquellos que se enamoraron han caído de forma tan viciosa y destructiva en desamor.
Ciertamente, entonces, cuando el eros colapsa todas las fuerzas de metta, karuma, koinonia (compañerismo), y agape (la palabra Cristiana más importante para amor) hay que invocarlas par a evitar lo peor y remediar lo que está roto.
Laurence Freeman OSB
Traducción: Guillermo Lagos, WCCM México