“Ahora quiero ocuparme de una pregunta en particular con la que siempre nos encontramos. Es la pregunta con respecto a las distracciones. ¿Qué deberías hacer cuando comienzas a meditar y llegan a tu mente pensamientos que te distraen? El consejo que nos da la tradición es que ignores las distracciones, que repitas tu palabra y que continúes repitiéndola. No gastes energía tratando de fruncir el ceño y decir, “No pensaré en lo que voy a cenar”, o “a quién voy a ver hoy” o “dónde voy a ir mañana”, o cualquier otra distracción. No trates de usar tu energía para disipar la distracción. Simplemente ignórala y el modo de ignorarla es repetir tu palabra”. (John Main, El camino de la meditación. Momento de Cristo, Convivium Press).
El problema que todos tenemos para llegar al silencio interior en la meditación es que nuestras mentes están llenas de pensamientos, imágenes, sensaciones, emociones, percepciones, esperanzas, remordimientos - un inacabable sinfín de distracciones.
Santa Teresa de Ávila una vez dijo que nuestra mente es como un barco donde los marineros amotinados han atado al capitán, los marineros dan vueltas al timón del barco y éste por supuesto navega en círculos y finalmente choca contra las rocas. Así es nuestra mente, dice Teresa, llena de pensamientos que nos llevan en todas direcciones.
También dice: “Las distracciones y la mente que gusta de divagar son parte de la condición humana y no pueden ser evitadas del mismo modo que no pueden se evitados el comer y el dormir.”
La mente humana ha sido comparada con un inmenso árbol lleno de monos que saltan de una rama a la otra haciendo ruido. Al comentar esta historia, Laurence Freeman dice que hay un camino que lleva a través de este bosque de monos parlanchines, que es la práctica de recitar un mantra en nuestros periodos diarios de meditación.
El mantra nos ayuda a concentrarnos, permitiéndonos ir más allá de las distracciones, palabras y pensamientos, incluso, pensamientos sagrados. Decimos el mantra despacio, firmemente, con amorosa atención. Cuando nos damos cuenta que nuestra mente ha divagado, simplemente volvemos a nuestro mantra. No podemos forzar esta manera de orar por pura fuerza de voluntad. No te esfuerces demasiado. Abandónate, relájate. No hay necesidad de pelear o luchar contra las distracciones. Simplemente vuelve suavemente a repetir tu mantra.
Desafortunadamente la repetición de un mantra no trae la paz, armonía, ausencia de distracciones o silencio en forma instantánea. Debemos aceptar que estamos en el peregrinaje de la meditación.
No deberíamos disgustarnos por las continuas distracciones. No deberíamos tener como meta el estar libres de todos los pensamientos. Continuamente John Main nos aconseja no llegar a la meditación con metas o expectativas. Finalmente, el mantra quedará arraigado en nuestra conciencia a través de la simple fidelidad de volver al mantra cada mañana y cada noche.
Un problema que generalmente observan los que meditan es que el proceso del pensamiento continúa aún mientras se repite el mantra. Incluso hay un término para esto: doble camino o doble vía (double tracking). Esto es algo por lo que no debemos preocuparnos. Con perseverancia, el mantra se volverá más fuerte y nuestros pensamientos disminuirán mientras el peregrinaje de la meditación continúa.