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Carta 13 – Ciclo 2: Las raíces de la Meditación Cristiana

Durante las últimas semanas hemos estado considerando algunos aspectos esenciales de la meditación. Todos ellos estaban basados en las enseñanzas de la antigua Iglesia y en especial en las enseñanzas de Evagrio, el maestro de Casiano, y uno de los más influyentes Padres del Desierto. Pero, ¿qué fue lo que llevó a los primeros cristianos a trasladarse al desierto en el siglo cuarto, primero alrededor de Alejandría y luego en Palestina y Siria?

Fue el deseo de llevar una auténtica vida cristiana basada en las enseñanzas de Jesús y por lo tanto en una profunda oración contemplativa. Pero seguir verdaderamente a Jesús también implicaba seguirlo en su muerte, el “martirio” fue un motivo importante. La vida de Pacomio describe el efecto que los mártires tuvieron en la fe de los cristianos y en la vida que querían llevar.: “La fe aumentó notablemente en las iglesias, en todas las tierras y en los monasterios y fue cuando los ascetas comenzaron a aparecer, ya que aquellos que fueron los primeros monjes habían visto la resistencia de los mártires”.

La persecución había cesado desde que Constantino había adoptado el cristianismo. Aquellos que eligieron retirarse al desierto abandonaron todo lo que era considerado esencial en la vida – familia, matrimonio, una función activa en la sociedad y propiedades – como una especie de martirio alternativo, un martirio “blanco” a diferencia del “martirio rojo” de los verdaderos mártires.

Además, Constantino estaba empleando dinero para construir iglesias y apoyando financieramente a los obispos, un hecho que cambió el carácter de la antigua Iglesia. En las siguientes décadas el número de cristianos practicantes subió de 3 a 30 millones. Ser cristiano se convirtió en algo muy ventajoso. San Juan Crisóstomo expresaba con gran energía su consternación ante este cambio en sus Homilías en Éfeso: “Plagas rebosantes de inconmensurables males han caído sobre la Iglesia. Los cargos principales se han vuelto comerciales. La riqueza excesiva, el enorme poder, y el lujo están destruyendo la integridad de la Iglesia”.

Algunos cristianos comprometidos no sólo estaban molestos por el cambio en el cristianismo, sino que también estaban horrorizados por la creciente decadencia de la sociedad: “La sociedad era considerada (por los Padres del Desierto) como un naufragio del que cada individuo debía huir para salvar su vida” (Thomas Merton).

Esto constituyó un incentivo más para que fueran a vivir el mensaje del Evangelio a la soledad del desierto egipcio llevando como regla de vida el dicho de San Pablo: “No se ajusten a este mundo, transfórmense renovando sus mentes” (Romanos 12:2).

Sin embargo, la necesidad de retirarse e intensificar la práctica espiritual no fue solo una reacción a una situación que afectaba a los primeros cristianos en ese momento, también parece ser un desarrollo normal que sucede con el tiempo.

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