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Ciclo 1 – Carta 28: ¿Por qué meditamos?

La meditación con su foco de atención, ya sea en la respiración, en el movimiento o en nuestro caso en el mantra, es un método de relajación científicamente comprobado tanto para la mente como para el cuerpo.

Simplemente prestando atención a nuestra palabra, nuestra respiración y nuestro ritmo cardíaco se desaceleran por sí solos y calman a nuestro nervioso cuerpo. A medida que nuestra respiración se hace más lenta, lo mismo pasa con nuestros pensamientos. La respiración es el puente entre nuestro cuerpo y nuestra mente.

John Main dijo: “Tu respiración debe ser calma y normal. Permite que cada músculo de tu cuerpo se relaje. Y luego acomoda tu mente a tu cuerpo. El verdadero trabajo de la meditación es lograr la armonía entre el cuerpo, la mente y el espíritu”.

Luego, al aceptar la naturaleza inquieta de nuestra mente, y al repetir nuestra palabra amorosamente y con fe, a pesar de todo, los pensamientos y las imágenes se esfumarán lentamente en un segundo plano. Es perfectamente posible usar la meditación solamente por sus beneficios para la salud como una técnica de relajación para el cuerpo y la mente y parar allí. Es hermoso parar el interminable parloteo de la mente y soltar el estrés y la tensión. Sería fabuloso tomarse un descanso de las preocupaciones, ansiedades, esperanzas y miedos que generalmente nos acosan - detener la pérdida de energía de una mente que se mueve en círculos -. Pero eso sería perder una oportunidad, la meditación es mucho más que los efectos psicológicos que ejerce sobre el cuerpo. Sin embargo, los efectos sobre el cuerpo y la mente son un primer paso importante en el camino hacia la transformación, la claridad de visión y la conciencia total.

Cuando logramos esta paz y armonía serenando la mente y el cuerpo y prestando total atención al mantra, podemos percibir el pacífico y armonioso silencio que habita en nuestros corazones. “Nada describe a Dios tan bien como el Silencio”, dijo Meister Eckhart, el místico alemán del siglo XIV. La meditación es por lo tanto una disciplina espiritual, un viaje de descubrimiento al centro de nuestro verdadero ser, donde Cristo habita, y al mismo tiempo un viaje de descubrimiento de la presencia de Dios. Una vez que hayamos descubierto esto, impregnará nuestra vida e influirá en todas nuestras acciones.

“El propósito más importante de la Meditación Cristiana es permitir que la misteriosa y silenciosa presencia de Dios en nuestro interior se convierta cada vez más no en una realidad sino en la realidad de nuestras vidas, permitir que se convierta en esa realidad que le da significado a todo lo que hacemos, a todo lo que somos.”

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