26 de marzo de 2024
La narración de Juan de la Última Cena añade tensión y velocidad a la historia. Jesús está reclinado en la mesa junto a sus más allegados. Siente una profunda inquietud al saber que será traicionado, y se lo comunica a sus discípulos. Al sumergir un trozo de pan en el plato y dárselo a Judas, "Satanás entra en Judas", quien, al recibir la orden de Jesús, abandona la mesa para informar a las autoridades sobre el paradero de Jesús esa misma noche. Los demás discípulos no comprenden lo que está sucediendo.
¿Qué está sucediendo? La sombra está emergiendo de las sombras y, aunque aún no sea visible para todos, su influencia se siente y se sentirá por todos. Aunque los evangelios tienden a demonizar a Judas como un traidor, Jesús, aunque sabe lo que está haciendo, ve su traición desde una perspectiva más amplia. Esta perspectiva global es el fruto de una vida interior profunda que nos permite, y a él por excelencia, entender cada acción en términos de su efecto último. Que Jesús vea esta acción desde esta perspectiva, personalmente dolorosa como es en este momento oscuro, queda claro por su comentario de que desencadena su propia "glorificación".
Gloria es una palabra escurridiza, ya que sugiere algo externo, brillante, vestido, goteando medallas y joyas. El verdadero significado tiene mucho más que ver con revelar el valor de alguien tal como realmente es. Una traducción literal sugiere: "atribuir peso mediante el reconocimiento de la sustancia y el valor real". Uno no puede glorificarse a sí mismo. Uno tiene que ser reconocido por lo que realmente es.
La paradoja radical reside en que la traición de Judas es parte de un proceso que revela quién es realmente Jesús. Gracias a su profunda vida interior y su claridad en el autoconocimiento, que sigue evolucionando hasta su último aliento, Jesús lo comprende. Esta autoconciencia explica la ecuanimidad y la paz que vemos en él a lo largo de su próxima Pasión.
La comprensión de las Escrituras nos lleva a preguntarnos: "¿Y tú, lector, cómo es tu vida interior?"
A medida que la comprensión mística de Jesús se desarrollaba en los primeros tiempos de la iglesia, la conciencia sobre la importancia de la vida interior en cada individuo crecía en toda la comunidad cristiana. Las palabras de Jesús que revelan el poder de la verdad interior de su autoconocimiento fueron comprendidas y reconocidas cada vez más. Con esto surgió la percepción de que seguirlo implica desarrollar la vida interior, ampliar las perspectivas de nuestro entendimiento, y profundizar y clarificar nuestra conciencia.
Esto se hace explícito no solo en las aulas de los primeros cristianos, sino principalmente en las celdas y ermitas del movimiento monástico que se estaba expandiendo rápidamente en el desierto. La comprensión básica allí era desarrollar la interioridad a través de una atención profunda a uno mismo, evitando la trampa obvia de aumentar en lugar de trascender nuestro egoísmo. Entonces, como ahora, el peligro de la vida contemplativa es el narcisismo. Para evitarlo, necesitamos guías, compañeros, disciplina en la práctica y un sólido sentido del humor.
Laurence Freeman, OSB.