29 de marzo de 2024
Desde que era pequeño, las narrativas del evangelio sobre los últimos días y horas de la vida de Jesús me han intrigado. Cada parte de la historia es parte de mí. Mientras nos preparamos para el Viernes Santo en Bonnevaux, tras una celebración animada del Jueves Santo, podría sentirse como "así es la vida": celebración hoy, malas noticias mañana. ¿Tiene algún significado este ciclo de alegría y miseria? ¿O simplemente se trata de aceptar lo que nos toca? No obstante, esa preguntas es una manera de desviarse de la esencia y buscar explicaciones donde no las hay.
Cuando no puedes explicar algo, presenta estadísticas. En general, los evangelios dedican una cantidad desproporcionada de espacio a describir estas últimas horas: el 30% de todos los textos evangélicos sobre este hombre de 33 años se dedica a sus últimos dos o tres días. Juan, el evangelio más profundo, le otorga el 43%, y Marcos, el más corto y primero, el 40%. Se siente mejor haberlo medido, aunque los evangelios aún no ofrezcan ninguna explicación de su significado. ¿Por qué es tan importante su muerte? ¿Por qué no se pudo incluir más de su vida anterior, su personalidad, especialmente sus enseñanzas, y reducir los últimos momentos?
Entonces, aunque el Viernes Santo es tan importante para mí, no puedo decir fácilmente por qué. Lo que me enseñaron originalmente, que Jesús murió por nosotros debido al pecado original, es la clásica "teoría de la expiación". Incluso cuando era joven, no me convencía, aunque no discutía al respecto. Wittgenstein, quien creía que la Resurrección solo podía entenderse a través del amor, dijo: "Donde no podemos hablar, debemos permanecer en silencio".
Voy a añadir algunas palabras más para explicar por qué esta respuesta de silencio puede aplicarse al intento de explicar la muerte de Jesús. Primero, que los detalles son inolvidablemente poderosos: las últimas palabras (Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen; Hoy estarás conmigo en el paraíso (al ladrón crucificado a su lado); Tengo sed; Está cumplido). Las escenas como llevar la cruz, los soldados echando suertes, la triple negación de Pedro. Todos parecen altamente significativos, inevitables, predecibles, cumpliendo el destino pero inexplicables e incomprensibles.
Una posible explicación es que la descripción no se trata simplemente de una narrativa histórica, sino de un recuerdo colectivo filtrado a través de la experiencia presente de Jesús Resucitado. Es como si Jesús mismo estuviera contando la historia: no para dar explicaciones, sino para acercarnos más a él mediante nuestra elección libre.
¿Cuál sería el propósito de contar la historia si él no hubiera resucitado?
En la liturgia del Viernes Santo, como en un velorio global que se repite anualmente, se lee la Pasión hasta su sepultura. Pero la explicación sorprendentemente elocuente es la Veneración de la Cruz. Se invita a las personas a acercarse en silencio, si lo desean, y arrodillarse, besar o simplemente tocar la madera de la cruz en silencio.
Al acercarme, experimento, tal vez como todos los que se acercan, una sensación de autenticidad y certeza, sin la necesidad de dar explicaciones. No es necesario justificar lo que amamos. Más importante que una explicación es un encuentro real con una persona real en una nueva realidad.
Laurence Freeman, OSB.