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Segundo Domingo de Cuaresma

Reflexiones de Cuaresma 2022

Mientras oraba, el aspecto de su rostro cambió y su ropa se volvió brillante como un relámpago. (Lc 9, 28)

La fiesta de la transfiguración es el 6 de agosto, la misma fecha en la que en 1945 la primera bomba atómica creó una luz cegadora sobre Hiroshima. Estos son los polos extremos del potencial humano.

Ayer escribí sobre el poderoso proceso del perdón y cómo debemos estar preparados para atravesarlo de inmediato si llegamos a convertimos en víctimas de la injusticia. La alternativa es demasiado horrible: dejarnos engullir por ella y volvernos igual que esa injusticia que estamos sufriendo. Al resistir la injusticia, como así debemos hacer, a veces podemos perder nuestra inocencia y cometer injusticias nosotros mismos. Para prevenir o moderar este efecto dominó del mal, que refleja lo que estamos combatiendo, debemos luchar heroicamente y contra viento y marea para amar a nuestro enemigo, incluso mientras luchamos contra él. Estar en el lado correcto no otorga un cheque moral en blanco.

La satanización de los ‘hunos’ por parte de los aliados en la primera guerra mundial alimentó los horrores de las trincheras y la muerte de diez millones de soldados y diez millones de civiles. La satanización del Dalai Lama por parte de China, tan absurda y falaz como la justificación de Putin de su ataque a Ucrania, justifica la violación y la contaminación del Tíbet. Hace años fui al cine a ver ‘El señor de los Anillos’. En las escenas de batalla digitalizadas, hordas de horribles Orcos se lanzaban contra los buenos y eran derribados en grandes cantidades para el deleite de los niños que me rodeaban. Esto se repitió en varias escenas hasta que finalmente tuve que salir a tomar aire. Las series de Netflix utilizan formas aún más retorcidas para engancharte con una violencia gráfica y sádica que sorprende y vuelve adicto al espectador.

Una mujer rusa en Francia que se opone a la guerra me comentó que fue atacada y rechazada por compatriotas rusos que la llamaban antipatriótica, pero también por no-rusos que la agrupaban con todos los rusos, que se suponía que eran putinistas. Algunas orquestas sinfónicas han llegado a eliminar a Tchaikovsky de su repertorio.

En las declaraciones de la resistencia ucraniana no escucho denuncias tan generalizadas y racistas de Rusia. Intuyo que su motivación no es el odio sino un valiente amor por su propia patria. En su sufrimiento frente a una brutalidad abrumadora y surrealista, vemos cómo se pueden manifestar el amor al enemigo y el perdón. No se trata de entregarse o imitar a la Bestia, sino de una expresión de amor y fidelidad: mantener nuestra atención en el Bien aún cuando somos azotados por el Mal.

Es esto lo que cambia el “aspecto” del rostro humano, transfigurando el odio en la luz de Dios, incluso en el sufrimiento intenso y desesperado. Entonces podemos ver dónde está Dios en estos momentos en que la humanidad se vuelve inhumana. Dios comparte el sufrimiento y Dios no puede ser otra cosa que Dios. Esto transfigura el sufrimiento mismo. Es lo que entendió Blaise Pascale cuando dijo que “Jesús estará agonizando hasta el fin del mundo”.

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