La semana pasada, Diane Tolomeo, una meditadora del oeste canadiense y miembro de la Academia WCCM, dio la segunda conferencia de este año sobre nuestro tema “Metanoia: deja que tu mente sea renovada”. Como profesora de Literatura Inglesa, habló de manera brillante y entretenida sobre “Educación: enséñame lo que no veo”.
No debemos pensar que alguna vez hemos aprendido lo suficiente y enterrar nuestros dones, ya que eso sofoca la luz divina en nosotros mismos.
Nadie enciende una lámpara para taparla con un cajón; la ponen más bien sobre un candelero, y alumbra a todos los que están en la casa. Hagan, pues, que brille su luz ante los hombres; que vean estas buenas obras, y por ello den gloria al Padre de ustedes que está en los Cielos. (Mt 5, 15-16)
En el monte santo, Jesús dejó que su luz interior brillara visiblemente, aunque sus discípulos aún no podían comprender la experiencia. Aprender continuamente lo que no podemos comprender es la esencia del discipulado y la dinámica de la metanoia. El objetivo de aprender y dejar brillar nuestra luz es beneficiar a los demás, no a nosotros mismos.
Diane mencionó el poema de George Herbert “El Elixir”. Nos llamó la atención sobre las líneas en las que habla de cómo podemos utilizar un espejo. Podemos mirar el cristal y ver nuestro propio reflejo o podemos mirar a través de él y “espiar el cielo”. Somos soberanamente libres de elegir dónde poner nuestra atención.
El aprendizaje contemplativo es el objetivo de nuestra nueva Academia WCCM. Su comunidad de enseñanza-aprendizaje durante un ciclo de dos años ayudará a los estudiantes a profundizar en la “vida contemplativa”, sea cual sea su edad, trabajo o modo de vida. Empezaremos el mes que viene, como dijo Simone Weil en un ensayo, planteando a nuestros alumnos, el propósito más profundo del estudio que no es aprobar exámenes o adquirir cualificaciones, sino desarrollar el poder de la atención. En sus etapas superiores, la atención se convierte tanto en oración pura como en compasión por los demás.
Basándose en la sabiduría contemplativa de la corriente de la tradición cristiana y de corrientes de otras tradiciones, en diversos campos del saber, el programa creará una comunidad de aprendizaje entre estudiantes, profesores y tutores personales. La tercera corriente explorará cómo puede aplicarse esta sabiduría a los retos a los que se enfrenta actualmente toda la humanidad.
Aprendemos mejor cuando disfrutamos la formación. Esto refleja la infinitud del conocimiento y todo estudio debe conducir, no a una sobre-especialización estrecha, sino a la trascendencia. Diane habló de la educación como un equilibrio entre la exploración y la concentración, la espontaneidad y la disciplina. La meditación es un aprendizaje continuo. Uno de sus frutos es ver cómo la disciplina lanza una vida de libertad. Como con cualquier cosa que se convierte en una parte regular de la vida, hay momentos en los que somos tentados a rechazar la disciplina por la novedad.
Herbert entiende esto con magistral brevedad en su poema. El acaba de referirse recién a la auto-trascendencia del proceso: aprendemos y cambiamos no por mí, sino citando la enseñanza de Jesús, “por ti”. A continuación, habla de la posible inquietud y el aburrimiento, cuando aprender parece “un trabajo monótono”. Pero, dice, “un siervo con esta cláusula convierte el tedio en algo divino”. Metanoia hace nacer la mente contemplativa y ve cómo las cosas más ordinarias, hechas con una atención centrada en el otro, se vuelven no menos que “divinas”.
Laurence Freeman
Traducción: Eduardo de la Fuente, WCCM Argentina