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Cuarto Domingo de Cuaresma

Juan 9: 1-41

Esta es la historia de Jesús curando a un hombre que nació ciego. Después de haberlo curado, sus discípulos le preguntaron a Jesús “¿Quién pecó, este hombre o sus padres?” una visión ingenua del karma. Si algo malo pasa alguien debió haber hecho algo mal para merecerlo. Jesús quien personifica una ley más alta que el karma, dijo que en este caso nadie pecó. El significado de la ceguera y su curación es una manifestación de su misericordia.

Entonces, Jesús desaparece entre la multitud, pero el hombre que había curado cayó víctima de celos de los Fariseos. Es expulsado al no poder negar lo que pasó. Jesús escucha sobre esto y lo busca para que la curación que había hecho pueda ser elevada a una curación completa. El significado simbólico del evento se manifiesta cuando Jesús le revela su verdadera naturaleza a este hombre. No es descrita desde la perspectiva del hombre, como la autorrevelación de Krishna a Arjuna es en la Bhagavad Gita, sino que al hombre se le muestra algo completamente abrumador, sobrepasando la mente normal. El hombre declara su creencia en lo que ha visto y cae de rodillas a adorarlo. 

La última parte de la historia se enfoca en los fariseos quienes han estado viendo todo esto y buscan infructuosamente continuar su confrontación con Jesús. En respuesta, él dice “Es para juzgar que he venido a este mundo” Esto contradice lo que ha dicho en otra ocasión (Juan 12:47) que “No he venido a juzgar al mundo sino a salvarlo (sanarlo)”.  El mayor y más profundo significado de cualquier cosa depende de ver como eso y su opuesto se fusionan. 

En el sigo 15 Nicolás de Cusa estaba de regreso de Constantinopla donde había sido parte de un intento fracasado de reunir las iglesias Oriental y Occidental.  Él dijo que durante su viaje tuvo una visión mística que le hizo ver que el “nombre menos imperfecto para Dios” era “la unión de los opuestos”. Jesús dice que no vino a juzgar y dice que vino por el juicio. 

La palabra griega para “juicio” nos brinda una palabra de uso frecuente en nuestros boletines informativos de hoy: crisis. Las crisis nos juzgan; nos hacen investigar, evaluar los lados distintos y esperan que decidamos que hacer. Todo esto son aspectos del juicio. 

Culpar y condenar pueden ser necesarios, pero no son la esencia del juicio correcto. Los fariseos, por otro lado, (tenemos una tribu de fariseos operando clandestinamente en nuestra mente) fueron duros e injustos jueces que se lanzaron a condenar antes de haber ponderado el caso. Son estos jueces crueles, operando dentro de nosotros inconscientemente, a quienes Jesús condena y los llama a salir de sus escondites hacia la luz de la conciencia. El ser llamados a este autoconocimiento de esta manera es sanar la dominación del ego sobre la mente, ser salvados de nuestro lado oscuro. 

Vivimos en una cultura altamente crítica. Algunas veces, comúnmente en las redes sociales, genera la mente colectiva violenta de una turba que lincha. Cuando alguien, especialmente una figura que ha sido puesta en un pedestal, ve expuesto su lado oscuro, ¿juzgamos en el sentido correcto o, dominados por nuestra propia sombra, nos apresuramos a condenar y vengarnos? Jesús no dice que debamos ocultar el lado oscuro. Pero el dice, si aquellos que no pueden ver, niegan su propia ceguera tienen una culpa que se les pega a ellos de una forma muy fea y peligrosa. 

Laurence Freeman 

Traducción: Guillermo Lagos, WCCM México

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