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Ciclo 1 – Carta 35: Las raíces del Cristianismo Místico – Introducción

En un túmulo neolítico construido hace cinco mil años en County Meath podemos observar una etapa decisiva en el desarrollo de la conciencia humana. El respetuoso entierro de los restos humanos marca un adelanto en el autoconocimiento y en el respeto por uno mismo. El misterio de la vida se encuentra en cierta forma escondido y revelado en la muerte. Los huesos, que probablemente no pertenecieron ni a los cocineros ni a los que realizaban la limpieza para el clan, fueron depositados en el oscuro corazón de la construcción cubierta con cuarzo. Unos pocos metros sobre la entrada al complejo, una apertura angosta conduce hacia el interior de un delgado túnel cuyo final se abre en la profunda oscuridad del centro interior. El hombre moderno tocó la mente de sus ancestros cuando los arqueólogos descubrieron no el propósito, sino el significado de la apertura. En el solsticio de invierno los primeros rayos del sol de Año Nuevo, que se alzan de su propia muerte, tocan el pasaje de piedra y viajan hacia el interior del centro oscuro, disipando durante varios minutos la oscuridad con la luz. Afortunados los que cada año se agolpan para entrar a la cámara interior, esperando ver una mañana clara. La sensación de resurrección e iluminación debe ser muy fuerte y un temor sagrado debe unirlos. Sin embargo, se podría estar usando el lenguaje en forma inexacta al llamarla experiencia mística. Una experiencia mística sólo puede ser expresada en una o más de las diversas formas del lenguaje humano – como arquitectura, liturgia, arte, filosofía, sexualidad. Pero el misticismo es en sí mismo conciencia directa de lo que está directamente presente y es por siempre inefable. No tenemos idea de cuáles eran las creencias de los que tan exactamente calcularon y calibraron el túmulo de New Grange. Pero como quiera que hayan entendido sus propias creencias y aunque no pudieran analizarlas, no eran copias de copias. Nacieron de la experiencia directa.

La experiencia mística se conoce por sus frutos pero no es sujeto de análisis. No se puede analizar lo verdaderamente simple - pero se lo puede conocer. Jesús, que vivió y habló completamente desde el interior de su experiencia del “Padre”, dijo esto del “Reino de Dios”, que es el término cristiano: “No pueden decir por la simple observación cuándo vendrá el reino de Dios”. Dado lo ambiguo que todo esto resulta, no es de sorprender que estemos listos para optar por lo que parece tener más sentido común y sustituir la foto por la cosa real, el concepto por la experiencia. Imágenes y pensamientos son objetos que podemos etiquetar y controlar, mientras que Dios, como dijo San Ireneo, es una realidad que nuncnca podemos conocer como un objeto, solo la podemos conocer a través de la participación en Su autoconocimiento. Después de su maratón intelectual, mientras se sentaba sobre la gran catedral de su Suma, Tomás de Aquino tuvo una experiencia mientras celebraba misa que echó por tierra su universo mental. Todo lo que había escrito, dijo, era una ramita de paja y estaba satisfecho de verla quemada. Dentro del escolasticismo que engendró, raramente se oye este verdadero resumen de su labor o de su relevancia para nosotros sus estudiantes. Agustín dijo que “si lo puedes entender no es Dios”. Esto puede parecer que contradice muchas otras cosas que él dijo, pero en realidad revela el fértil reino de paradoja que se encuentra en el centro mismo de la fe. Existe un arquetipo reflejado en las dos clases complementarias de expresiones religiosas: la catafática que avanza diciendo verdades acerca de Dios y la apofática que niega todo lo que pueda decirse de Dios porque Dios está más allá del pensamiento. La razón y la fe no son contradictorias, pero no son lo mismo. Una identidad cristiana equilibrada y madura demanda poseer cierto grado de competencia en las dos. Hoy día todo cristiano necesita manejar esta paradoja. Esto es lo que quiso significar Karl Rahner cuando dijo que el cristiano del futuro será místico o no habrá más cristianos.

El fruto de lo inefablemente místico es habitualmente contemplativo. La vida cambia, pero no termina con la experiencia de Dios, aunque es una clase de muerte-separación tanto como de unión conyugal. El término contemplación es de más fácil abordaje que el de misticismo, porque no cubre solamente una experiencia en particular sino un modo de vida que se disfruta en el momento presente. La alegría es la clave para poder entenderlo y vivirlo. Aquino pensaba que la contemplación era simplemente poder disfrutar de la verdad. La vida contemplativa es el llamado del evangelio y la meta de toda religión que no se haya aislado a sí misma de la directa experiencia de Dios.

La renovación de las religiones toma periódicamente muchas formas – estructural, simbólica, intelectual y litúrgica. La cristiandad está pasando por un tiempo de reforma radical y reajuste a una cultura moderna cuya principal característica es el cambio continuo. En las sociedades tradicionales, tales como las basadas en los ciclos de la agricultura, la vida se repite a sí misma y se ajusta a cierta clase de religión institucional que celebra las cosechas y ora en tiempos de siembra. Para la mayoría de la gente moderna – por supuesto que no todos los que viven hoy en día son modernos en este sentido – este tipo de religión tiene un valor simbólico, pero no conecta sus experiencias cotidianas con el gran misterio. No les recuerda lo místico ni les ayuda a vivir contemplativamente. No es sorprendente que las masas urbanas no encuentren significativa la religión tradicional o institucional. Los líderes religiosos tienden a atribuirlo a la naturaleza pecaminosa de las personas y a la maldad del mundo. Pero, ¿cuáles son las causas y cuáles son los síntomas?

Algunos líderes católicos piensan que el problema reside en la liturgia que perdió su cualidad mística en la transición del cántico gregoriano a la guitarra popular. Esto es lo mismo que hacen los políticos que culpan al desgaste de los valores familiares del aumento en el número de crímenes. Si fuera tan sencillo. Es verdad que la mayoría de las oraciones religiosas tienen un tono más funerario que nupcial, pero esto no puede ser curado por decreto como tampoco pueden legislarse los valores familiares.

Recientemente concurrí a una celebración litúrgica de domingo en una parroquia y me sentí conmovido y energizado tanto por todo el ambiente y la estética, como por la energía y el compromiso de los parroquianos a quienes se les había confiado la verdadera autoridad.

Me senté con el sacerdote en su cuarto mientras transcurría toda esta actividad. Él estaba relajado, feliz y risueñamente humilde. Cuando lo felicité me contestó que él era solamente un punto silencioso alrededor del cual se resolvía la vida de la parroquia. Ambos sabíamos que el punto que estaba en silencio no era él, sino que estaba dentro de él. El verso del salmo estaba en su mente: Permanezcan en silencio y sepan que Yo soy Dios.

La situación religiosa actual es compleja y volátil. Tal vez esa sea la razón por la cual hay tanto interés en la tradición mística y en la búsqueda de formas más simples de vivir una vida contemplativa. Hace tres años el Centro de Meditación Cristiana de Londres organizó un curso anual de clases semanales sobre “Las Raíces del Misticismo Cristiano”, en la actualidad se lo repite cada año y se ha extendido a otros países. Satisface la sed de otro tipo de conocimiento espiritual. La gente escuchó suficientes sermones moralizantes, advertencias, amenazas y obviedades. El resurgimiento del budismo en el oriente habla acerca de una experiencia sin dogma. Su atracción es que no está basada en la “fe”. Esto no es completamente exacto pero la percepción es no obstante reveladora. En cambio, el cristianismo se aferra al dogma y cree que la “fe salva”, aunque al mismo tiempo distingue entre fe y creencia. Pero, como dijo Tomás de Aquino, aún en sus días anteriores a recibir la iluminación divina, adoramos a Dios y no al dogma.

En la certeza de que un conocimiento bien informado acerca de la tradición mística cristiana puede ayudar a los cristianos actuales a pasar sus crisis de modo más alegre y guiarlos a vivir una vida más contemplativa, comenzamos un “Curso Raíces” a través de las “Cartas de la Escuela Internacional”. Cada semana ofreceremos una introducción para un guía espiritual o un grupo de maestros y sugerimos algunas líneas para una exploración más profunda. Adecuándolo a la tradición mística cristiana comenzamos por el mismo Maestro.

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