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Carta 14 – ciclo 2: Cristianismo Oriental y Occidental

El importante florecimiento de la oración contemplativa cristiana duró aproximadamente dos siglos en los desiertos de Egipto, Palestina y Siria. Fue Casiano quien lo trajo a occidente en los inicios del siglo quinto. Fundó dos monasterios en Marsella en el 415, uno para mujeres y el otro para hombres. En sus Instituciones Cenobíticas y en sus Conferencias transmite la enseñanza, su conocimiento y experiencia de las primeras Comunidades Cristianas del desierto, especialmente las enseñanzas de Evagrio.

John Main halla en sus escritos la meditación, la disciplina de aquietar la mente repitiendo una fórmula corta o frase oración. “Señor, ven en mi ayuda, apresúrate, Señor, a socorrerme” (Salmo 69). Más tarde San Benito citó frecuentemente en su regla a Casiano y alentaba a sus monjes a que leyeran diariamente sus Conferencias. Pero para fines del siglo sexto, en la Alta Edad Media que siguió a la migración de las tribus germánicas y la disolución del Imperio Romano de Occidente, esta práctica que llevaba a la contemplación pasó a la clandestinidad. Se convirtió en el terreno de unos pocos santos, que floreció en general en ciertos periodos de confusión e inseguridad. Hasta que en nuestro siglo John Main redescubre esta forma de orar y la declara adecuada para todos.

Pero en el Este esta forma de orar continúa alimentando la espiritualidad de la Iglesia Ortodoxa. Las enseñanzas del siglo IV de los Monjes del Desierto, tal cual lo escrito por Evagrio y Diádoco de Fótice entre otros, continúa ejerciendo una gran influencia, especialmente su exhortación a “orar continuamente” repitiendo una frase corta. Este modo contemplativo de oración fue conocido como la “Oración del Nombre”, luego como la “oración del Corazón” y finalmente se convirtió en la “Oración de Jesús”.

Los orígenes de la “Oración de Jesús” se remontan en realidad al Evangelio: Bartimeo, el ciego, dice: “¡Jesús, Hijo de David, ten piedad de mí!” (Marcos 10:47) y Jesús elogia al publicano que simplemente dice: “Señor, ten piedad de mí, pecador” (Lucas 18: 10-14).

Famosos teólogos impartieron enseñanzas sobre la “Oración de Jesús”, ellos fueron San Simón el Nuevo Teólogo (Siglo X), San Gregorio de Palamas (Siglo XIV), San Nicodemo de la Montaña Sagrada y San Serafín de Sarov (Siglo XVIII) y Teófanes el Recluso (Siglo XIX).

“La Oración de Jesús” fue llevada a Rusia por misioneros griegos, luego las traducciones hechas en el Siglo XX de la Filocalia y el clásico anónimo de la espiritualidad rusa ortodoxa del Siglo XIX “El Camino del Peregrino” (Relatos de un peregrino ruso) llamó una vez más la atención del Occidente hacia esta manera de orar. Al igual que para John Main, se convirtió en un modo de orar para la gente común de cualquier estilo de vida y dejó de ser terreno exclusivo de unos cuantos santos.

Es hermoso ver cómo de la misma fuente, la Espiritualidad del Desierto y en especial de las enseñanzas de Evagrio, deriva un modo de orar que es ahora considerando tanto por la cristiandad de Occidente y de Oriente como un auténtico modo de orar para todos los cristianos.

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