Nuestro próximo guía es Evagrio Póntico, quien al principio fue parte de la Iglesia Ortodoxa establecida en el Siglo IV, participó apasionadamente en todos los debates que marcaron a la primera Iglesia, que básicamente trataban sobre quién era realmente Jesús y lo que significaba su vida y sus enseñanzas. Luego por razones personales dejó su vida en el mundo y se convirtió en un Padre del Desierto profundamente amado y respetado, un verdadero “Abba”. Era muy solicitado como guía espiritual de los hombres y mujeres cristianos comunes, quienes al igual que él se retiraron al desierto egipcio para llevar una vida verdaderamente cristiana, tomando a Jesús como ejemplo.
Evagrio llevó una vida extremadamente ascética totalmente dedicada a la oración, como podemos ver en esta variación que hizo sobre el Evangelio diciendo: “Vayan, vendan sus posesiones y dénselas a los pobres, y tomen su cruz de modo que puedan orar sin distracciones”. La oración y el seguimiento de Jesús eran lo mismo para él. Pero su énfasis está puesto en la oración “La presunción nos recomienda rezar en los mercados, pero quien se resiste, lo hace en su cuarto”.
Debido a su vida tanto en el mundo como en el desierto, apreciaba la importancia de la teología, la fe y la verdadera experiencia espiritual. No separaba estos aspectos: “Si eres un teólogo oras verdaderamente. Si oras verdaderamente eres un teólogo.” La teología y la oración contemplativa fueron de la mano durante los primeros siglos del Cristianismo.
Evagrio está absolutamente convencido de que la vocación humana es descubrir la “imagen” Divina interior y lograr la “semejanza” Divina. Prevé que su viaje espiritual será en dos etapas: “praxis” y “theoria”. “Praxis” significa el camino espiritual, con la oración ayudándonos a llegar al autoconocimiento, a entender nuestros deseos dominados por el ego, que nos separa de nuestro verdadero Ser. Cuanto más conozcamos quiénes somos realmente, más fácil nos será abandonar nuestros vicios y actuar de acuerdo a las virtudes.
“Theoria” es la contemplación de Dios. Evagrio considera que ésta consiste también en dos etapas. La naturaleza, la creación de Dios, es el primer nivel de contemplación, la manifestación de la Creación Manifestada, incluyéndonos a nosotros mismos. Es esencialmente buena, por lo tanto, nos permite penetrar desde la superficie de la realidad ordinaria a la Realidad Divina: “Con respecto a los que se encuentran lejos de Dios… Dios ha hecho posible que se acerquen a su conocimiento y al amor que siente hacia ellos por medio de sus criaturas”. Por lo tanto, no solamente las Escrituras sino también la naturaleza misma nos llevan a alcanzar un sentido de “conocimiento”, un sentido de interconexión, un sentido de asombro.
El segundo nivel de contemplación es la contemplación de las cosas que no se ven con los sentidos “sino mediante una simple mirada del espíritu”. Esta es la “oración pura” que solo es posible alejándose de la superficie, abandonando gradualmente todos los pensamientos, imágenes y formas. Es un movimiento de la multiplicidad hacia la simplicidad. Es la meditación.