La meditación es una disciplina espiritual, parte primordial para la mayoría de las religiones del mundo y de las Tradiciones de Sabiduría. Hay muchos modos diferentes de meditación en estas tradiciones, todos igualmente válidos a su manera. Es también una auténtica disciplina en la Cristiandad, aunque a veces parezca que es el secreto mejor guardado en todo el mundo. Como Laurence Freeman dice, Jesús nos enseñó la contemplación y esa es la razón por la que esta forma de oración floreció especialmente en el siglo cuarto entre los Padres y las Madres del Desierto de Egipto y Palestina, quienes fundaron su vida en el ejemplo de Jesús.
Juan Casiano recopiló sus enseñanzas en su libro “Conferencias". En estos escritos, John Main OSB, un monje Benedictino, redescubrió esta tradición para nuestro tiempo y la abrió a toda la gente, llamándola Meditación Cristiana. No solo es el modo de oración de los Padres y de las Madres del Desierto, sino también de innumerables místicos cristianos a lo largo de los siglos hasta el presente. Es también el modo de oración establecido mucho antes de la Reforma y antes de la separación entre el Catolicismo Romano y la Cristiandad Ortodoxa Oriental. Es por lo tanto, un hermoso modo ecuménico de orar juntos.
No debemos olvidar que todos los modos de oración son válidos. Laurence Freeman dice: “La meditación es la dimensión perdida de gran parte de la vida Cristiana actual. No excluye otros tipos de oración y en verdad profundiza el respeto por los sacramentos y las Sagradas Escrituras.” Explica la conexión entre los distintos modos de orar a través de la imagen de la antigua rueda de madera. “El propósito de la rueda es mover el carro. La oración es la rueda que mueve espiritualmente nuestra vida hacia Dios. Para girar, la rueda debe estar en contacto con el suelo. Si la rueda no toca el suelo, no puede mover el carro, la rueda simplemente gira. Así, debe existir un tiempo y un lugar real en nuestra vida diaria que dediquemos a la oración. Los rayos de la rueda son como los distintos modos de orar. Todos válidos y efectivos. Tenemos la Eucaristía, la oración de intercesión, los sacramentos, la lectura de las Sagradas Escrituras y las devociones personales. Lo que une los rayos de la rueda y la hace girar es el buje central. Los rayos convergen en el buje. Podemos pensar en el buje como la oración de Cristo que habita en nuestros corazones. En el centro de la rueda hay quietud. Sin ese punto quieto en el centro la rueda no puede girar.
La meditación es llegar a la quietud del centro de nuestro ser. Cuando meditamos entramos en esa quietud central que es el origen de nuestra acción, de nuestro movimiento hacia Dios a través de Cristo en nuestro interior. El movimiento de la rueda necesita de la quietud del centro. Esta es la relación entre la acción y la contemplación".