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Carta 21 – Ciclo 2: Conciencia del propio ser versus Autoconocimiento

La importancia otorgada a la comprensión que resulta en el auto conocimiento, sale a la luz en el consejo fundamental que los maestros espirituales y los filósofos han dado a través de toda la historia: Conócete a ti mismo. Somos animados no solo a conocer el ‘ego’ y el modo en que es motivado, lo cual nos lleva a la posibilidad de cambio, sino también al ‘auto’-conocimiento, es decir al conocimiento del ‘Yo’, conciencia de nuestro ser total y de lo Divino en nuestro interior. “Cuando se conozcan a ustedes mismos, entonces serán conocidos, y entenderán que son hijos del Padre viviente. Pero si no se conocen a ustedes mismos, entonces ustedes moran en la pobreza, y son pobreza” (Evangelio de Tomás 3).

Mientras que el auto - conocimiento es esencial, la conciencia del propio ser forma una poderosa barrera para el conocimiento de nuestro más profundo ‘Yo’ y nos impide ver la Realidad Transpersonal. La conciencia de nuestro propio ser es por supuesto, hasta donde sabemos, la única característica que nos distingue de los otros seres sensibles. Pero el problema es que usamos esta habilidad en forma restringida: en vez de ser ella una conciencia del Yo como un todo, la limitamos y la enfocamos específicamente en todos los pensamientos superficiales del ‘ego’. Entonces usamos la conciencia del propio ser exclusivamente como un arma de supervivencia. La mayoría de nuestros pensamientos giran alrededor de nuestros propios asuntos, tratando de aprender del pasado y planeando el futuro para sobrevivir. Nuestros recuerdos del pasado pueden por supuesto ser una ayuda constructiva para darle forma al presente y planear el futuro. Pero, con frecuencia, el resultado es que vivimos en el pasado y en el futuro y nos salteamos el momento presente.

No es que nuestro ‘ego’ no sea importante. Especialmente en la primera etapa de nuestra vida dependemos de nuestro ‘ego’ y lo necesitamos para estar saludables y bien adaptados. Esta es la primera parte de un desarrollo que Jung llamó el proceso de ‘individualización’. Además, siempre retendremos la necesidad de la sabiduría de nuestro ‘ego’ como también seguirán siendo necesarias nuestras habilidades de supervivencia para manejar en forma madura y realista tanto el mundo externo como el interno. Pero debemos recordar que la conciencia del ‘ego’ de la cual estamos justamente orgullosos, está en la superficie y siempre está cambiando, condicionada por nuestras preocupaciones actuales. Necesitamos traer a la conciencia la más profunda y permanente sabiduría del ‘yo’ que reside en el inconciente. Necesitamos un desarrollo del ego que vaya de la mano con un entendimiento creciente del ‘yo’ espiritual. Necesitamos correr el énfasis del ‘ego’ al ‘yo.’

La atención centrada en un punto que propone la meditación ayuda a que este cambio ocurra. Al abandonar los pensamientos, abandonamos el pasado y el futuro y el mantra nos mantiene en el momento presente. Entonces nuestro ‘ego’ se convierte en el centro conciente que acepta dentro de su visión el material inconciente y que se ve como una parte integral del todo. Entonces operamos desde una base equilibrada utilizando todos nuestros recursos, nuestras habilidades concientes e inconcientes, racionales e intuitivas.

Esta es la segunda parte de nuestro proceso de ‘individualización’ donde llegamos a una ‘síntesis de los elementos concientes e inconcientes en la personalidad’. Este auto-conocimiento que lleva a la integración psicológica y a la unidad no se da porque sí, sino como un escalón hacia la experiencia de la Realidad Suprema: “la realidad que llamamos Dios debe primero ser descubierta en el corazón humano; además no puedo llegar a conocer a Dios a menos que me conozca a mí mismo” (Meister Eckhart).

(Fragmento de ‘Dancing with Your Shadow’- Kim Nataraja)

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