Si observamos nuestros pensamientos durante un tiempo, pronto nos damos cuenta que todos están unidos al pasado o al futuro. El torbellino alrededor de nuestras preocupaciones por lo que sucedió, en forma de recuerdos, malos y buenos, o acerca de lo que podría suceder, nuestros miedos, esperanzas, deseos y planes. Ni siquiera vemos a las personas y situaciones como son realmente, sino teñidas por nuestros pensamientos, opiniones, prejuicios, experiencias y emociones. En realidad, podríamos decir que caminamos en el paisaje de nuestra propia mente, nuestros propios pensamientos, un mundo de ilusión de nuestra propia factura. Quedamos tan atrapados en nuestra propia historia, esta creación de nuestra mente puede ser tan poderosa, que puede parecer ser la única realidad que existe. Puede enmascarar la existencia de una Realidad Superior.
Pero esta Realidad Superior, Dios, es experimentada por los místicos como un puro “Estar” en el “Aquí y Ahora”. “Entre los nombres ninguno es más apropiado que El-que-es… ya que El mora siempre de nuevo y en forma diferente en un Ahora sin cesar” Meister Eckhart.
Cuando Moisés le pregunta a Dios quién es, obtiene dos respuestas - una enfatiza el aspecto histórico: “Yo soy el Dios de Abraham, Isaac y Jacob” (Éxodo) y la segunda apunta al Dios en el “Aquí y el Ahora”. “Soy el que Soy” (Éxodo) – puro ser, pura energía, pura conciencia. En el Evangelio de Juan escuchamos a Jesús decir algo similar acerca de sí mismo “Antes de que Abraham fuera, Yo soy.”
Abandonar nuestros pensamientos nos permite permanecer en el momento presente. Es el “angosto sendero” de la atención en nuestro mantra lo que nos ayuda a llegar al silencio en el fondo de nuestro ser, en el Aquí y Ahora, olvidándonos de nuestro ser condicionado. La eternidad está en el Ahora. Necesitamos darnos cuenta que el tiempo está en realidad hecho de una serie de momentos “presentes”- todo sucede en el Ahora. Pero nosotros distorsionamos el Ahora, quedándonos a vivir en nuestros recuerdos o usando este precioso momento como un simple trampolín para anticipar o prepararnos para el futuro.
Además, una vez que el Ahora fue y pasó, lo que queda de él se convierte en parte del pasado, un simple recuerdo. Éstos son construcciones de la mente: interpretaciones de los hechos teñidos por nuestro auto engaño, por el temor, la esperanza o la necesidad de consuelo, en realidad no muy diferentes a un sueño o a una fantasía. Además, este tinte varía, dependiendo de nuestros humores cambiantes y de las circunstancias. Necesitamos abandonar estos espejismos, solo existe en realidad el “Aquí y el Ahora”. Estar presentes, escuchar atentamente el mantra nos permite hacerlo, abandonar los pensamientos y las imágenes, el pasado y el futuro y nos permite ser nuestro propio y verdadero “ser” habitando en el Ahora.
“Ser consciente es vivir el momento presente, no estar aprisionado en el pasado ni anticipar un futuro que puede que nunca llegue. Cuando estamos plenamente concientes del presente, la vida se transforma y la tensión y el estrés desaparecen. Mucho de la vida moderna es una febril ilusión de actividad y emociones futuras. Debemos aprender a dar un paso atrás hacia la libertad y la posibilidad del presente” Bede Griffiths.