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Carta 26 – Ciclo 2: Acerca de la oración

Al igual que Clemente, el Padre de de la antigua Iglesia, Orígenes fue intensamente educado en el pensamiento griego, judío y cristiano y veía claramente la correspondencia entre estas diferentes sabidurías. Como dice Laurence Freeman: “El cristianismo es un fenómeno histórico con raíces en las religiones judía y griega y estas raíces pueden ser rastreadas más lejos aún hasta la primera conciencia religiosa de la humanidad. Puede ser que no todas las religiones sean una, como alegaba William Blake, pero están ciertamente profundamente conectadas e interrelacionadas”.

A la temprana edad de 17 años Orígenes fue nombrado por el Obispo Demetrio de Alejandría como Director de la Escuela Catequística, como sucesor de Clemente. La enseñanza a los catecúmenos - aquellos que querían ser bautizados dentro de la fe cristiana - no se restringía a la fe cristiana sino que comprendía una educación general en la filosofía y la ciencia griega que prevalecía en ese momento, con estudiantes de todas las principales culturas relacionándose e intercambiando ideas.

Orígenes era un estudiante extremadamente talentoso, un maestro dotado y fue el primero que presentó en su ‘Acerca de los primeros Principios’ una sistemática y profunda cosmología y teología cristiana, completamente basada en una interpretación alegórica y mística de las Escrituras. Fue escrito probablemente en respuesta a las preguntas hechas por estudiantes reflexivos y educados en la escuela catequística, que trataban de comprender las enseñanzas cristianas comparándolas con las filosofías Platónica, Estoica, Judía y Gnóstica.

En su tratado ‘Acerca de la Oración’ encontramos lecciones muy importantes para nosotros cuando nos sentamos a meditar, acerca de nuestra actitud al comenzar a orar. Orígenes le da mucha importancia a la limpieza del alma y de las emociones fuertes en la preparación para la oración y cita a Pablo cuando dice: “deberíamos rezar sin rencor y sin disentir” y recalca que debemos abandonar “todos los recuerdos de los males que cualquiera supuestamente haya cometido injustamente (contra nosotros)”.

A menos que abandonemos todas estas emociones nuestro ‘ego’ herido se interpondrá en el camino y nos impedirá prestar total atención a nuestra oración, la que nos guiará a nuestro Centro: “cualquiera que intente embarcarse en la oración… debería prepararse durante algún tiempo, de manera de estar más atento y alerta durante su oración”. Sólo estando alerta y dejando de lado “todos los pensamientos extraños” podemos mantener nuestra “mente concentrada en Dios” y trascender nuestra conciencia ordinaria, “elevar nuestro intelecto de la tierra colocándolo delante del Señor de todo”.

Es fácil descubrir la influencia de Orígenes en las enseñanzas de Evagrio, su discípulo Casiano y a través de ellos en John Main. En sus enseñanzas encontramos la misma importancia atribuida a la preparación: “Ya que cualquier cosa en que nuestra alma estuviera pensando antes del tiempo de la oración, inevitablemente viene a nosotros cuando oramos… por lo tanto debemos prepararnos antes del momento de orar para ser las personas orantes que deseamos ser” (Casiano) y para limpiar la mente de todas las emociones: “Nadie que ame la oración verdadera y sin embargo da lugar a la ira o al resentimiento puede ser absuelto de imputación de locura. Ya que se asemeja a un hombre que desea ver claramente y para ello se araña sus ojos” (Evagrio).

La meditación es más que un modo de orar, transformará tu actitud hacia la vida.

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